Las Alegres Comadres De Windsor
De: William Shakespeare
Estreno 15 de Septiembre de 2007
Expresan algunos aplicados de la inconmensurable obra de Sir William Shakespeare, que: “Las Alegres Comadres De Windsor” fue inspirada en cuentos italianos del siglo XIV. Han delineado considerables analogías entre las cartas que los amantes de estas ficciones escribieran a bellas mujeres y aquellas que el embustero Fálstaf garabatea a las damas de Windsor. Entre el escondrijo que facilita un canasto de ropa vieja al grueso protagonista de esta comedia y el arcón del tesoro donde se ampara el furtivo joven de los cuentos. Entre los celos furibundos de un marido burlado y el irascible Señor Vadera que enmascarado se plantará ante Sir Juan Fálstaf para vengarse de sus atropellos.
Las correrías de chistes, bromas y venganzas lían esta pieza de un modo ágil y vivaz. El perdurable Don Juan que cuanta pluma de relevantes dramaturgos nos han legado en sus imborrables obras teatrales, en esta ponen de manifiesto una vez más el carácter y la traza del embaucador.
La trama de esta distinguida farsa nos alcanza un puñado de galanes y rufianes que cautivan al público en cualquier escenario universal. Desde la ópera del genio de Verdi, hasta por la más sofisticada puesta en cualquier gran circo del mundo peregrinan el engañador Fálstaf y el escamado Vadera. La candorosa Anita y la graciosa y alborotadora Mrs. Quickly. Y no menos matizados por eso el Señor Page, el Juez de Paz Somero, Evans el Cura galés y el Doctor Cayo; el joven Enjuto, Fenton y Pedro Simple. Pistola y Nimo junto al Posadero y Juan Rubio realzan la extravagancia y grandilocuencia de Fálstaf. Su grosor y pillajes en todos sus pormenores resultarán aun más expuestos porque las hermosas y alegres comadres Margarita Page y Alicia Vadera procuran y logran desenmascararlo convirtiéndolo definitivamente en el más distinguido cornígero del bosque. Sus inusitadas patrañas amorosas ponen al descubierto las ambiciones de este zorro que merodea y corteja a las damas de la corte. Por último qué decir de la caricaturesca Tía Brenfordia que en cada función se escabulle pesadamente causando el agasajo del público. Pocos han dado referencia de esta ordinaria matrona, por eso le hemos proporcionado a esta “Vieja Bruja gordinflona”un pequeño espacio en el programa.
Para el Grupo de Teatro De Los Actores, es maravilloso concretar al fin este proyecto. No solo por la veintena de hombres y mujeres que conforman la obra, y por lo difícil que resulta amalgamar energías para situarla en escena. Sino por el desafío que esto provoca en cada uno de nosotros.
Después de “Doña Rosita la soltera”, supe señalar que: “este conjunto de teatro argentino irá por más”. Con ese objetivo nunca perdimos la ilusión de estrenarla. Muchas horas nos ha llevado en componer cada minúsculo fragmento en sus protagonistas de acuerdo al razonamiento que he aplicado en cada uno. Tomo en cuenta la mirada que mis actores y actrices elaboran acerca de sus papeles. Como director me interesa planificar y convenir con los intérpretes para hallar el camino que nos conduzca a estos estupendos personajes. Concordar porque son ellos, los actores, quienes categóricamente llevarán en su piel y sentirán al pisar las tablas la emoción genuina que el héroe y su genio les inspire, y que el público al fin, reciba.
Se me ha pedido a veces inflexibilidad con los actores, no lo comparto. No es de mi agrado menospreciar o subestimar a mis artistas durante los ensayos. Lo he vivido y lo veo en otros, no resulta de mi interés este proceder. No presumo de director por el mero hecho de serlo. Los actores son personas y los personajes solo un “papel” dentro de una obra de teatro.
La tarea de un director y su elenco es abocarse al análisis de la obra cuantas veces fuera necesaria. En conjunto atinar un esquema, un perfil y encontrar el hilo conductor que moviliza a cada personaje. Qué motivo se enfatiza en cada acontecimiento del drama o la comedia y cual será la reacción de un sujeto cuando se relaciona con sus interlocutores en el escenario. - en el arte escénico todos los personajes tienen un modo de - y hay que encontrarlo. Por último, añadirle la credibilidad y la emoción. Como director he ejercitado esta conducta y me ha brindado un mejor acercamiento humano con el otro, mi provocador y estimado antagonista.
Esta forma la extiendo también a los técnicos y escenógrafos. - Es mi modalidad de trabajo -, explico a veces. Un conjunto de artistas que llevan adelante un proyecto se apresta armar una gran obra, qué más importante para un director aunar criterios de cada uno, sus ideas y ocurrencias, su creatividad e inspiración. A veces me ha costado y debo reiterar una y otra vez que un director de equipo, debe saber oir a sus colaboradores tomar lo mejor de su idea y darle forma para que engarce en el conjunto. Así elaboro mis obras y puestas. Alguien tiene una fabulosa idea, solo debo darle forma y contenido.
Por último: escritores prestigiosos han consumado conceptos estupendos acerca del talante de William Shakespeare y su obra, y mi motivación es aproximarles a ustedes nuestra experiencia y no una exposición de la pieza o de su autor. Por eso baso este artículo en lo que nos ha movilizado como creadores al trasladar esta obra a la escena. Cómo lo hemos vivido y nos deleitamos, intensamente. Hasta el mínimo sirviente es substancial y necesario y deberá destacar su rol en el escenario, ocupar su espacio, conservar su prestancia por sencilla que esta sea. Estar atento al paso del otro, solucionar errores y jamás por terrible que la circunstancia escénica sea abandonarla desesperadamente. Qué decir entonces de los otros papeles de gran peso y resonancia.
Les he manifestado a mis actores que entre bambalinas no se discuten errores superfluos, no se distrae al compañero y sobre todo que la base del éxito no estará en la individualidad sino, desde cada uno hacia el conjunto todo.
La dicción para un actor es fundamental por eso la hemos cultivado hasta comprender todos que un previo atletismo verbal es siempre contundente a la hora de un estreno, el rendimiento de cada músculo conquistará un decir elegante y elocuente.
El gesto también estuvo en estudio y observación; y salir al escenario con el vestuario completó la idea de la ceremonia del teatro y su noble promesa.
La escuela teatral europea me ha dado este juicio y se lo debo a mi maestra la señora Irena Dodal. A las cuantiosas obras en las que he trabajado en Argentina y España. A los infinitos quehaceres que velados a la hora de la representación poco parecen importar pero que son imperiosos aprender en la disciplina teatral, desde restaurar un botín, un canasto, un sombrero o una capa.
El público se llevará una estampa, la impresión de un compromiso que no reposa solo sobre los trágicos y su director, sino en un equipo grande que glorifica esta labor; confeccionada desde el alma y con todo lo auténtico que debe contener un ciclópeo proyecto.
En resumidas cuentas este grupo de casi treinta personas que he forjado laboriosamente, en cada representación quiere brindarles: un corazón enorme y un vértigo de emociones, unas postales coloridas entre candilejas hasta arrancarles a ustedes los espectadores una vibrante carcajada y un sentimiento profundo. Qué más decir si como premio a nuestro estímulo y vanidad estalla su aplauso en el recinto.
Prontamente oculto mi rostro detrás de alguna máscara mientras repaso un párrafo ya que ahora “Sir Juan Fálstaf y sus tramposas picardías me sugestionan y me atrapan”.
Oscar Sandoval Martínez - Director del Grupo De Los Actores
Buenos Aires - Argentina - 15 de Septiembre de 2007 -